¡Holis!

Soy Ana Cristina Rodríguez, maquilladora profesional en una misión apasionante: impulsar tu belleza y estilo personal para que irradies luz propia, ¡sin perder un ápice de tu esencia!

Mi historia se asemeja a la de la mayoría de los españoles que crecimos en la década de los 90 y principios de los 2000. Mis padres solían repetir las frases típicas: «Estudia, tienes la capacidad para ser alguien valioso» y, al mismo tiempo, «Estudia algo con futuro y beneficios, y nunca te faltará empleo».

Así me encontré, con el deseo de convertirme en egiptóloga (ya que siempre he tenido una inclinación por las tareas minuciosas), buscando una carrera que fuera práctica y prometedora. Entre las muchas vueltas que da la vida y siguiendo los consejos de mis padres, opté por estudiar el ciclo formativo de Técnica Superior en Prevención de Riesgos Laborales. Aunque al principio desconocía por completo esta profesión, investigué en internet y hablé con el orientador de mi instituto, quien me aseguró que tenía potencial.

Me esforcé al máximo por obtener las mejores calificaciones, e incluso llegué a apasionarme por cada palabra de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Sin embargo, cuando me gradué, me encontré en medio de una crisis económica en España, lo que dificultó mi búsqueda de empleo en este campo.

Afortunadamente, conseguí trabajo en esta área durante varios meses, pero la empresa finalmente cerró sus puertas. En ese momento, ya vivía de manera independiente con mi pareja y tuve que tomar cualquier empleo que apareciera, simplemente para mantenernos a flote. Así pasaron los años.

Antes de tomar la decisión de dedicarme al maquillaje, trabajé durante muchos años en una empresa de tejidos y trajes de flamenca. Aquí pude dar rienda suelta a mi creatividad, asesorando a las clientas y conociendo a personas maravillosas que siempre ocuparán un lugar especial en mi corazón. Nunca imaginé dejar ese trabajo, pero en 2019, la noticia de la enfermedad de un ser querido me hizo replantear mi vida por completo.

Me di cuenta de que pasar toda la semana con horarios desfasados, sin tiempo para ver a mi hija (que en ese entonces tenía un año) y sin poder disfrutar del poco tiempo que me quedaba con mi ser querido, me llevó a buscar una formación profesional en maquillaje (habiendo aprendido por cuenta propia) y a hacer lo que realmente me hacía feliz. Quería encontrar un equilibrio entre mi vida personal y profesional.

No quiero hacer alarde de que los sueños se cumplen o que tuve una gran suerte, pero sí puedo decir que mis habilidades, mi actitud y la oportunidad se unieron en el momento adecuado. Aquí me tienes, decidida a resaltar la belleza que todos llevamos dentro.

1. Amarás a tu cliente como a ti mismo… ¡bueno, casi! Trata a tu cliente con el mismo amor y respeto que te gustaría recibir tú mismo. Después de todo, ¡el maquillaje es sobre realzar la belleza y hacer que la gente se sienta genial!
2. No te tomarás el tiempo de tu cliente a la ligera. Recuerda que tu cliente tiene una vida fuera de tu silla de maquillaje, así que sé puntual y eficiente. ¡El tiempo es oro, especialmente cuando se trata de lucir fabuloso!
3. Mantendrás tu kit de maquillaje más limpio que una patena. La higiene es clave en nuestro mundo del maquillaje. ¡Así que asegúrate de mantener tus brochas y productos impecables para que podamos mantener esas caras frescas y radiantes!
4. Respetarás el tipo de piel y sus imperfecciones. Cada piel es única y hermosa a su manera, así que trata cada tipo de piel con el cuidado y la consideración que merece. ¡Y recuerda, el maquillaje es para realzar, no para ocultar!
5. No forzarás tu estilo sobre el de tu cliente. ¡Déjate de imposiciones! El maquillaje es una forma de expresión personal, así que respeta el estilo y la individualidad de tu cliente. ¡Juntos, podemos crear magia!
6. No caerás en la trampa de comprar productos solo por su precio. En lugar de dejarte llevar por precios tentadores, asegúrate de evaluar la calidad de los productos antes de comprarlos. Recuerda, la calidad del maquillaje influye en el resultado final, así que invierte sabiamente para obtener resultados espectaculares.
7. No robarás ideas creativas… ¡a menos que les des un giro único! Está bien inspirarse en el trabajo de otros, pero asegúrate de agregar tu propio toque y estilo único. Después de todo, la originalidad es la clave del éxito.
8. No alardearás de habilidades que no posees. No te hagas el «maestro del maquillaje» si no tienes las habilidades para respaldarlo. ¡La honestidad siempre es la mejor política, especialmente cuando se trata de tu reputación profesional!
9. No envidiarás el éxito de tus colegas. Celebra el éxito de tus compañeros de profesión en lugar de sentir envidia. ¡Hay suficiente brillo para todos en el mundo del maquillaje!
10. No desearás la clientela ajena… ¡más bien atrae a tu propia tribu de belleza! En lugar de codiciar la clientela de otros maquilladores, concéntrate en construir tu propia base de fans. ¡Con un toque de creatividad y mucho amor, tendrás clientes esperando en fila para sentarse en tu silla de maquillaje!